jueves, 19 de junio de 2008

Comandante Ernesto "Che" Guevara!!!


Ni mito, ni elegido, ni leyenda:

Ernesto “Che” Guevara de la Serna NO fue un mito… NO fue un elegido… NO fue una leyenda… Ernesto “Che” Guevara fue un HOMBRE. Un humano, con todas las fallas y posibles aciertos que eso implica. Con todas las incertidumbres y temores inherentes a nuestra especie…con toda la esperanza y los dolores que solemos acarrear. Los mitos y las leyendas relatan aventuras de personajes de existencia dudosa…pero Ernesto existió y no fue ni es un personaje de cuento más. Mitificarlo, endiosarlo, volverlo mártir, sólo contribuye a degenerar el mensaje que con su accionar intentó transmitir. Si el “Che” fue tocado por esa varita mágica que, dicen, toca a los héroes, nosotros, desprovistos de estas cualidades casi divinas, jamás podremos emular su vida. Si él fue una excepción a nuestra raza, nunca llegaremos a completar su ideal, pues sólo somos simples mortales. Si él vino a este mundo destinado a ser pieza fundamental del rompecabezas de la revolución y la lucha, no hay en verdad mucho mérito en que, al fin y al cabo, lo haya logrado. Las afirmaciones vacías y las frases mil veces oídas y leídas plasmadas en biografías y documentales, le restan decisiones y valentía al “Che”. Se empeñan en eximirlo de las dudas y miedos que todos, de vez en cuando, tenemos; se esfuerzan en hacernos creer que jamás se encontró en una encrucijada, en una elección difícil…que la vida del que está convencido de lo que hace es más fácil. La máquina bestial que imprime su rostro en remeras, afiches, mochilas y calcos, aquella que lo dibuja como un Cristo involuntario, es parte del mismísimo monstruo que él quiso destruir durante sus 39 años de vida. Su imagen capitalizada es una estrategia más para dejarlo en la nada, arrancándole todo sentido y sentimiento a su obra, intimidándonos a no seguir sus pasos. En cambio, ver al “Che” a través del cristal de su inevitable humanidad multiplica la valía de sus acciones. Leer su vida en el contexto de alguien que halló un marco ideal para su desarrollo, con un Fidel dispuesto a incluirlo en sus planes y con compañeros que trabajaban codo a codo en la persecución de una misma causa, la torna más admirable. Así, como toda persona, Ernesto se convierte en artífice de su destino y lo carga con orgullo. De ese modo, eligió su suerte y afrontó las consecuencias de su decisión, porque creía fervientemente en el ideal que utilizaba de estandarte. Como ser humano, su aporte a la construcción de un mundo más justo y habitable es aún más loable. Ni mito, ni elegido, ni leyenda. Guevara fue, ante todo, un revolucionario.

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